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viernes, 18 de noviembre de 2011

Días.



Después de horas y horas. Abren la puerta de la sala en la que estaba Ainara.
-Buenas tardes... ¿Ainara Vega?- Saludó una enfermera rubia y mayor, con cara de pocos amigos y escaso tiempo para dar explicaciones.
-Sí soy yo.- Respondió rápidamente.
-Firma aquí. Es el informe del alta. Has sufrido un bajón de tensión y tienes bajos los niveles de hierro. Vas a tener que hacer revisiones durante un tiempo y seguir tratamiento. Por lo demás, todo OK.
-De acuerdo.- Asintió. Recogió las cosas y marcho a casa con su madre.

Ya en casa. El ordenador, las rosas de un Sábado cualquiera y un montón de apuntes apilados cual escalera interminable...
De repente, una llamada. Una mirada. Y Ainara se abalanza a su iPhone.
-¿Sí?
-Tía ¿como estás? estábamos todos muy preocupados. ¿Estás en casa ya?- Pregunta una voz a la desesperada.
-Rebeca estoy bien. Sí en casa ya. No os llamé antes porque acabo de llegar.- Suspiró.
-Ok. Si necesitas cualquier cosa... Apuntes, un cable para los trabajos o un porrillo pues avísame.- Se ríe- Mejórate espero verte pronto.
-¿Un porrillo? Sí... El que te fumaste antes de llamarme... Eres un caso perdido. Lo sabes. Gracias por todo Rebeca- Se ríen.- Nos vemos mañana, hasta luego un beso.-Cuelga.

-Qué compañeras más locas tengo... Y luego hablan de mí- Se ríe.- ¡Y encima estoy hablando sola! No me extraña que me llevaran al hospital...-Se indigna y se vuelve a reír.

Otro ruido. Ahora el móvil está tranquilo, ya se cansó de dar avisos. Ahora es el timbre.
-Ainara ábreme soy Naiara.- Dice una voz inquisidora en el intérfono.
-Voy Nai, voy.- Abre.

Las chicas se van a la habitación. Cotillean fotos, textos y canciones en las redes sociales. Se ríen. Cuentan historias interminables. Y de estudios... Mejor no hablamos.
-Ainara mañana vamos al CDE que ya me estoy empezando a sentir culpable.- Dice Naiara con cierto aire de tristeza.
-Nai... No te lo crees ni tú. ¡Tú quieres ir para ver al de sudadera roja del otro día!...¡A mí no me engañas!- Se ríen.- Ahora... Le va a bajar la responsabilidad como el Espíritu Santo a la más cabra loca de todo Oviedo... Claro.- Y la mira. Con una mirada lo ha dicho todo. La ha pillado. Pero irán a estudiar igualmente.
-Esa opción no la descarte en ningún momento. Mañana es Viernes, son los Domingos cuando tenemos que dejar a la chavalería descansar... Sino, los malacostumbramos.- Se ríen.

Y siguen. Entre risas, fotos, algunas canciones agitanadas y un montón de historias y secretos que contar. Cae la noche, se despiden tras jurar y perjurar... La intensa noche de estudio y fichaje de la tarde siguiente.

El límite

Ainara se deja caer en la cama. Se desvanece. Esta sumida en un largo sueño: la historia de su vida. Se disparan ráfagas de imágenes, canciones, risas, lágrimas, ilusiones y enfados.
-Ainara...¡Ainara despierta! -Grita una voz desesperada al ver a la joven inconsciente. No en la cama, en el suelo. En la Universidad.- Por favor, ¡llamad a un médico!... Ainara ¡despierta!. Ainara...

Entre varios compañeros y amigos la llevan en volandas. Rápidos. Sus miradas buscan una salida entre la multitud de pasillos que forman el laberinto del centro.
-¡La ambulancia ya está aquí!- Advirtió uno de los alumnos de primero.
- Rápido, ponedla en la camilla- Indicó un miembro del equipo sanitario.

En la ambulancia. Dirección al Hospital Central...
-Pulso...
-Las pulsaciones están aumentando progresivamente- Informa su ayudante.
-Ha sufrido un bajón de tensión. Pero le haremos pruebas en el hospital igualmente, para estar seguros.

Una llamada. Más de dos tonos. Y tensión.
-Hola, buenos días ¿quién es?
-Buenos días...¿Raquel?.
-Sí, soy yo ¿quién eres? no conozco tu número.
-Raquel soy Rebeca, una compañera de Ainara de la facultad. Está llevándola una ambulancia al hospital. La hemos encontrado inconsciente en un pasillo.
-Dios mío...¡Voy para allá!. Gracias por llamar Rebeca.- Dejó todo lo que estaba haciendo.- Mi hija... Tarde o temprano iba a pasar...- Suspiró. Bajó corriendo las escaleras de su oficina, subió al coche y salió a toda velocidad para llegar lo antes posible al hospital.

En el Hospital...
-Mmm...Hola. ¿Dónde estoy?- Ainara se despierta media hora después de desmayarse. Está confusa. Luces, rostros que la observan, agujas, un pijama azul y una pegatina en la muñeca. - Oh no, el...
-El hospital Ainara... Estás en el hospital. Te has desmayado. ¿Cómo te encuentras?- Pregunta una amable enfermera.
-Confusa, mareada... Pero creo que bien.- Contestó débilmente.
-Es normal, estuviste inconsciente 30 minutos. Ahora te sentirás cansada. Descansa, mientras seguimos haciendo pruebas y comprobando las variables.- Sonrío.- Ah y tu madre está fuera. Está muy preocupada. En un momento la hacemos pasar.
- Está bien.- Suspiré.- Mi madre... Bastante tiene ella ya con trabajar y los problemas que le genera. Encima voy yo y me desmayo... En fin...- Pensó.

Su madre entró. La besó. Sonrío. Tenía ganas de gritar. Gritar de alegría. Su hija ya había despertado.
Pasó el tiempo entre conversaciones familiares y pruebas médicas. Comidas hospitalarias y olores a enfermedad.Si ya había entrado mareada  ahora estaba peor que en un crucero en medio del océano Atlántico.

jueves, 17 de noviembre de 2011

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13.18 pm. Jueves. Estamos en una clase que parece el infierno del calor que hace. Poca luz. Diapositivas que pasan cual película mala y aburrida se proyecte. Sueño, aburrimiento y paciencia.
Encendemos el pc. Risas, fotos y más risas. 

martes, 15 de noviembre de 2011

El regalo más grande

Soy un buñuelo. Un enorme, dulce y juguetón buñuelo que no quiere salir de la cama ni a tiros. Suena el móvil. La alarma. Alargo el cuento cinco minutos más y ya me siento con fuerzas para salir de mi cómoda y caliente cama, para abrir la puerta al frío día que maliciosamente ya ha llegado.

Atasco. Llegar tarde a clase. Descansos. Más clases y más descansos. Federico Moccia sobre las piernas mientras profesores se limitan a aburrir y dormir a la clase. Qué pereza.
Entonces se alumbra la blackberry y me abalanzo a ver las novedades de una nueva aburrida mañana.
"Buenos días princesa. No estarás leyendo otra vez... ¿verdad?. Oye por cierto, que guapa estás con ese jersey azul" - El whatsapp me despierta de buenas maneras. En realidad no, ciertamente, es ese "macarra" el que me alegra todos los días. Pero espera un momento... ¿Cómo narices sabe que ropa llevo hoy?, ¡Si son las 9 y 10 de la mañana!...¡No nos hemos visto!...-No puede ser...La cristalera.
Ahí está, con su casco azul metalizado, sonriente... La sonrisa más bonita que se le puede mostrar a alguien para que se sienta especial.
Correspondí con una sonrisa y, automáticamente, -¡estoy roja como un pimiento!-  y mi compañera de vericuetos universitarios, más conocida como Helena de Esne que consigue hacerlo arder como en Troya si la ocasión grita injusticia.
-Pero...¿Cómo se te ocurre?. ¡Tienes clase!.- Le contesto como una vista a la causa de que me ardan las mejillas.
-Cinco minutos más, cinco minutos menos... Estás preciosa. Y más aún cuando te enfadas - Se ríe.- Me voy ya, espero que te haya gustado la sorpresa. Hasta otra enana...
- Me ha gustado todo salvo el apelativo cariñoso que me has llamado... Hasta nunca kinki.

-Lucía, ¡Lucía!. ¿Se puede saber que haces?. ¡Deja de pensar en pájaros y moteros! En mi clase o atiendes o no vuelves.- Grita una profesora totalmente fuera de sí.
-Perdón.- Bajo la cabeza mientras se escapan pensamientos fugaces.- Qué chico este... Pero cómo se le pudo ocurrir... Jolin que contenta estoy. Me encanta despertar todos los días, siempre hay una sorpresa, aunque me haga la remolona entre sábanas, mantas, edredones y más mantas... Porque luego abro los ojos, y está el destino esperándome para que eche a correr, deje de hacer el vago y me sorprenda... Cada día más.
-Señorita Ramos deje de divagar en su mundo de yupi y atienda a la buena profesora que está haciendo, que la fila de la derecha se haya quedado dormida sin remedio.- Helena se ríe a carcajadas mientras que yo contengo mis risas para no ser víctima de la lista negra de la señorita Pepis...

Se alumbra de nuevo el móvil. Otro Whatsapp:
-Por cierto, se me olvidaba. Antes de que Helena arranque el coche procura fijarte bien que no le haya dejado chinchetas, ni le haya reventado una rueda directamente. Eso sí, antes de ponerte hecha una fiera, "pequeño saltamontes", mira bien debajo del coche.
-Algún día te mataré. Me tiraré a tus brazos, te abrazaré fuerte y sufrirás una buena dosis de cosquillas porque casi me echan de clase... Lo siento me dicen que tengo que dejar a los pájaros y a los moteros, al menos hoy que es Lunes.Ah, y Helena si que te matará como le hayas pinchado una rueda. Hasta luego, te quiero.

En uno de los descansos...
-Lucilú que lo mato. Tú tienes unos gustos peligrosos, ¿no te valía salir con un niño pijo que se limitara a darte cartas de amor con poemas infumables?... No claro que no... Tú y los deportes de riesgo...
-Con lo que te gustan a ti los "poemas infumables". Tampoco es tanto riesgo, un poco de locura en una rutina tan aburrida nunca viene mal ¿No?
Y Helena esbozó una sonrisa afirmativa.

-Ruedas del coche intactas, cristales,puertas, parabrisas... ¡Oh mierda! ¿Y los tapones?. Ah no... Siguen ahí- nos reímos.
Di vueltas alrededor del coche pero... Nada. Me arrodillé, miré debajo de él y... -¡Premio! hay una rosa ahí debajo y algo pequeño... 
-¿No será un ratón?. Fijo que es una niña del Exorcista en miniatura...- Helena hoy tenía el día gracioso, comprobado.
Cogí la rosa y el pequeño objeto que estaba a su lado. Era un colgante de plata con forma de bandera... Lo miro y miro... No entiendo por qué me ha regalado un símbolo así. Espera, tiene una abertura... ¡Uy! una foto... Se abre y tiene la foto de lo que vimos desde el Naranco en miniatura.
-Este se mete tripis... Te lo digo yo... Mira que regalarte esa horterada, una bandera por colgante y el Naranco... Eso más que romántico...¡es una indirecta como un campanario!
Sonrío. Cierro el colgante. En él encuentro también una palabra. Nuestra palabra: "Libertad".
-Las cosas que parecen que menos sentido tienen llegan a ser las que te alegran en todo momento. Ahora sí. Buenos días, Libertad.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Ahora el mundo es nuestro



Cayó la tarde. Tras un empacho de pollo asado, ensalada y patatas, tomo un café para que la siesta no me estropee la cita. Después recojo un poco la habitación, que más bien parece una leonera con tanto libro, calcetín y entradas de discotecas de la noche anterior.
Suena el teléfono. Es un mensaje: " media hora y serás libre :)". 
-¿Libre?- Pienso.- Libre estaría durmiendo, cual perezoso o marmota en su guarida, sumida entre pensamientos y sueños... Con mantas, muchas mantas que es lo más importante.
Hoy toca vestir en playeros para aliviar el dolor de pies, unos pitillos y una camiseta blanca holgada. Luego el abrigo afortunado será el primero que pille. -Cómo fuese así para todo...-Risas.
Acelerones de moto.- Lucía ¿oyes eso? A saber a qué loco se le ocurre meter este ruido a la hora de la siesta- refunfuña mi madre mientras está tumbada en la cama, cual marmota o perezoso... Y me está matando de envidia.
-Sí mamá... ¿A qué clase de colgado se le podrá ocurrir?- Contesté dando media vuelta y sonriendo maliciosamente. - Me voy, he quedado con mis amigas para dar una vuelta. No volveré tarde. Hasta luego mamá un beso.
-Adiós y ¡nada de chicos!. Déjalos descansar hoy que es Domingo...- Suspira mi madre.

Ascensor... 3,2,1. Se abre una puerta y después otra.
- Uh... Media hora, ni un minuto tarde. ¿Lucy tienes fiebre?- Suelta ese colgado mientras acelera a fondo.
-Soy chica de palabra. Media hora es media hora. Salvo que con el maquillaje parezca una bruja o mi madre me espíe y sospeche que en vez de estar con mis amigas... Estoy con un macarra como tú.- Me indigno.
-A ver si este "macarra" te deja en tierra, princesa. Anda sube, que tengo una sorpresa que darte.-Guiña un ojo y se vuelve a poner el casco.

Después de diez minutos entre curvas, semáforos, pitidos y acelerones...
-Llegamos.- Sonríe.
-Osea, que me has sacado de mi cama llena de mantas para subirme al Naranco que hace más frío todavía que a pie de calle.- Puse los ojos en blanco.

- En efecto, pero esa no es la sorpresa. Mira, ¿ves todos esos edificios, las luces, el monstruoso "Calatrava" y el horizonte?. Desde aquí arriba tan sólo se ven como puntos y muchos como manchas difusas si hoy no te has acordado de poner las lentillas.- Se ríe.- Pero en todos esos puntos y manchas iluminadas viven personas. Miles de personas. Con su vida, su trabajo, sus estudios, sus amores y también con sus problemas. Aquí podemos alejarnos de todo y ver los problemas desde arriba, más pequeños, difusos... Y llegaremos ambos a la conclusión de que la mayoría son una pérdida de tiempo.
Escuché ese discurso filosófico con atención, mientras miraba cada una de las indicaciones que él me hacía. Todo se veía distinto. Eramos él y yo, lo demás... Todos los terceros que fuesen dañinos se habían convertido en puntos diminutos, manchas difusas y ya no sólo por mi miopía. Todo era perfecto. La sorpresa, él y sus mágicas palabras. Incluso el frío. 
-Gracias.- Le abracé como siempre lo había hecho, hasta cortarle la respiración por un momento.

-Te quiero pequeña. Y ya sabes... Ahora el mundo es nuestro.

Las cosas buenas nunca cambian

Llueve. Es una mañana fría y gris, predecesora del cercano invierno. Abrazo fuerte a la almohada y me enredo entre cientos de mantas y sábanas. No quiero salir. Sonrío, doy una vuelta y otra. Sigue lloviendo. 
Suena el teléfono. "¡Qué fastidio!"- Pienso para mis adentros. Y me apresuró a contestar la llamada con un notable mal humor.
-Buenos días princesa- Dice una dulce voz.
Mis piernas tiemblan y el corazón se acelera.
-Buenos días... - contesté haciendo una pausa.
La conversación duró tan sólo unos minutos, entre risas y murmullos, frases sin sentido para quien no entienda de amores... Y sí, acabaré saliendo de casa por la tarde, de mi dulce cama llena de mantas, edredones y sábanas por doquier. Ha dejado de llover. El triste día del precoz invierno, ha dado paso a un brillante Sol.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Nunca debes olvidar quién eres

Los seres humanos no elegimos las mejores condiciones para actuar, sino que nos lanzamos a la piscina directamente, haya agua o no. Movemos pequeños hilos: fingimos emociones y sentimientos, apartamos la mirada para ocultar un "te quiero" o cuando queremos convencer con la mentira. Somos animales racionales, pero incluso pensando, podemos ser el elemento más entrometido, torpe y dañino sólo por darle vueltas a nuestra cabecita, torturarla e intentar manipular las situaciones para que las circunstancias se pongan de nuestra parte.
Nadie te manda cerrar los ojos en medio de un bosque, cuando la brisa se apodera de tu tranquilidad y reanima tu imaginación. La nada no impone la vergüenza, el miedo y las opiniones. Nada es nada. Y tú sí eres alguien.
En el momento más imprevisto, cualquier detalle es capaz de girar las tornas de un día malo. Un estuche pintado por un "smile", una parada con el autobús urbano e intercambiar miradas, sonreír y pensar..."¡Qué tontería!". Ama con todas tus fuerzas, aunque el cansancio te gane... Mañana será otro día. 
Nos creemos frágiles cuando en realidad tenemos todo en nuestras manos. Somos fuertes, seguros y pacientes. Aunque hayamos perdido la confianza y la vida nos abata por una mala racha, nunca desaparecerán esos valores. ¿Quién dice cobardía?. Nadie es menos que nadie.
Eres lo que te propongas. Adelante amigo, el mundo es tuyo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Blanco y Negro

En toda batalla cualquier soldado cae a los pies del enemigo bien por el cansancio, muerto o victorioso por haberle atravesado con su espada. Él sabe mejor que nadie el esfuerzo que le ha costado, las lágrimas que tragó por sus seres queridos y una profunda impotencia es la que consigue que salga adelante.

Caer está permitido pero es obligatorio levantarse. A veces te machacan, te conviertes en el muro de todas las quejas, patadas y chaparrones. Todo el mundo quiere gritar y sentirse comprendido. Nadie quiere llorar en silencio cada noche, a oscuras en su habitación y sintiéndose solo. Aunque con el paso de los años, muchos optan ese camino. Sí, fingimos como auténticos teatreros con tal de que nuestro entorno esté feliz y sin preocupaciones. Sin embargo, cada noche es una condena, una caída... Un desafío en el que siempre te das por vencido. Piensas en todo lo que te han reprochado los que quieres o los que has querido. Las sensaciones que experimentaste ante tu realidad cuando después, resultó ser la mentira más gorda que ni Pinocchio hubiera inventado. Todo es un chiste, un cuento amargo, una lágrima impotente que susurra ente dientes: "qué tonta fuí".
Dicen que de los errores se aprende. Pero, ¿y si no eres capaz de levantarte?. Cuando ves todo negro, te sientes vulnerable, inútil... Ya no das pie a que se cumplan tus metas, ni plantearte ver más allá del horizonte.
Sólo esperas con ansia que llegue una nueva mañana y puedas recibir el día con una sonrisa. Pase lo que pase, nunca debemos dejar de soñar... Pues los sueños son el vuelo directo a la libertad.

martes, 1 de noviembre de 2011

La vida es demasiado corta como para no hacer lo que realmente ames


Llega el invierno. Es hora de sacar del armario la manta de lana, guantes y bufandas. Está helando, así que me prepararé una buena taza de chocolate caliente y una película divertida para matar el tiempo. Cae la tarde, se pone el Sol y poco a poco voy tomando el chocolate. Entre risas y lágrimas me veo reflejada, en un filme de yo que sé...¿¡ Veinte años!?. Es de locos.
Voy a dejar la taza en la cocina, recojo un poco el desorden de recipientes y migas que hay sobre la mesa y..
¡Piripi piripi!
- Está claro que nada ni nadie me dejará tranquila hoy. Con el ceño puesto me apresuró a contestar la llamada. Número desconocido... - Bien, un gracioso... Seguro.
+ Hola Lucy, ¿qué tal?, ¿estás haciendo algo importante?
- Hola esto... Bien. ¿Quién eres? No conozco tu número.
+ Abre la ventana y verás.

Confundida me acerco a la ventana, pliego las cortinas y... Una moto negra como la noche y con destellos plateados. A su lado, apoyado sobre ella un chico rubio, alto y poco más alcanzo a ver.
- No puede ser...
+Claro, sí que puede. Baja y compruébalo tú misma.

La casa quedará patas arriba. No sé que ponerme. Al final combino unos tejanos con una camisa a cuadros y  un abrigo negro. Le dejo una noto escrita de mala manera a mi madre y salgo corriendo escaleras abajo. No puedo esperar ni a que llegue el ascensor.

Abro la puerta del portal. No hay nada que decir, nos sobran los motivos. Me lanzo a sus brazos, me abraza fuerte...
+¿Ahora ya me crees?. Nada es imposible princesa

Mi voz no responde está bloqueada, sólo quiero que este momento no termine nunca. Nos subimos a la moto  hacia un lugar que... ¡Quién sabe donde estará! Eso no importa. No pienso en nada, sólo sonrío, le abrazo fuerte y me dejo llevar...
Si no arriesgas no ganas... Qué sabía es esa frase y gracias a ella ahora soy la persona más feliz del mundo.

El que vive, a todo llega



Cae la tarde como cada entrenamiento; sangre, sudor y lágrimas. Entonces, apareces. Me robas el último suspiro que me queda y realzas mi sonrisa. Pasas como si nada, quizá haciéndote el interesante. Indiferencia.
De repente, una mirada se escapa, una sonrisa picarona y me delata la rojez de mis mejillas. Un abismo nos separa. Es el miedo. Miedo al tiempo transcurrido,a la frialdad de sentimientos... A un querer y no poder.
Acabo exhausta, tanta patada y rabia liberada pueden conmigo. Y como siempre, hay que agachar la cabeza, susurrar un adiós y hasta otro día. Resignados, damos media vuelta, espalda contra espalda y una tormenta de pensamientos invaden mi sistema nervioso. Otro día más y nuestras vidas se encuentran estancadas en un punto de no retorno. Por qué será tan difícil. Por qué ese cambio.
Somos como el Guadiana quien no desaparece un día lo hace durante un año. Yo me pregunto si después de tantos años aún queda esa posibilidad. Ese billete para coger el tren del destino y que nuestros caminos se crucen. Demasiado tiempo, incesantes dudas y miedo... Mucho miedo.
Sé que llegará una tarde oscura y fría que pise fuerte, me recoja el pelo y grite a los cuatro vientos lo que mi silencio mantuvo encerrado tanto tiempo. Y ya no habrá marcha atrás. Quizás decidas salir corriendo o sino, volver a  despedirte con un "buenas noches princesa".
Sea lo que sea no dejaré mi camino. Y si la vida decide alejarnos será porque realmente, no merecía la pena estar juntos. No esperaré por un imposible, ni por otro lobo disfrazado de cordero que espere a que caiga la noche para darme caza. Que sea lo que mi destino quiera. Yo sigo siendo feliz.