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martes, 28 de febrero de 2012

Cambios, cambios y más cambios

Llega el momento. La campana suena, no espera. Así es como las primeras décimas de segundo son decisivas para establecer las reglas del combate. Juego sucio o no. Estrategia o trampas. Ganador comprado o perdedor merecido.
El día a día supone una nueva batalla. Levantarse sonriente y que no suceda ningún altercado hasta el anochecer, sería un triunfo. Pero como en todo, tiene que haber sus altibajos. Sus tensas situaciones, los obstáculos a dejar atrás y el sabor de la victoria.
Cada uno sigue su camino según intereses, envidias o principios. Hasta tu propio maestro puede dejarte en la estacada cuando estés completamente perdido.
Nada es lo que parece. Ni constante, como nos enseñan de niños. Ni duradero. El todo se esfuma y la nada se hace presente. Nos vemos solos. Ya podemos estar rodeados de gente que nos ahogaremos en un vaso de agua.
A veces pensaba que lo mejor sería tener algo siempre, un apoyo, un ideal que nos diera cada día fuerzas para ponerse unas metas y seguir adelante, felices como no. Pero el mejor camino es el que se hace sólo. Cuando dejas tus errores a un lado y les echas tierra. Ahora es cuando susurras: "Ya aprendí la lección. No volverá a pasar". Esas derrotas no hacen mella, te permiten levantarte y comprender que tan sólo es una experiencia. No ningún crimen. Hay demasiados aspectos por los que preocuparse que andar perdiendo el tiempo.
Así espero el amanecer de mañana con el chándal y una sonrisa. Ahí va mi nuevo asalto: Carpe diem

lunes, 27 de febrero de 2012

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Arrepentirse de algo es innecesario. Toda experiencia traza un camino. Caes, te levantas y todo queda en cicatrices. La película se repite con otras situaciones, personas y argumentos. La vida pone a prueba todo lo que has aprendido: superar tus miedos, saber dar la espalda a un gran amor y dejar de contar a cientos de personas que piensas que estarán junto a ti.
La vida es toda buena película que entrama las moralejas, anécdotas y trucos. Oh sí, me encantan los trucos. Más aún compartirlos con un puñado de palomitas y como banda sonora la risa de mis amigos.
Las lágrimas son un pasatiempo amargo, pero te permiten liberar todas las tensiones del corazón: el miedo, la felicidad, la risa, el olvido y el más profundo dolor. Mientras que la sonrisa, gran temida por las envidias, es capaz de lapidar toda satisfacción del susodicho que espera una cara larga, enfado o una frase fuera de tono.
Sea para ocultar la tristeza o tan simple cuando te invade la felicidad.
Nunca te arrepientas de nada. Vive al máximo pues no sabes si mañana seguirás en este mundo para contarlo.