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martes, 18 de septiembre de 2012

Un haz de luz

La sala de espera de un hospital es uno de los tantos espacios vitales que te gustaría evitar a toda costa. Prisas, llanto, alegrías, duda, esperanza. Muerte y vida. Como la de Sara, su alma se balanceaba de un extremo a otro mientras que los médicos, incesantes, le realizaban todo tipo de pruebas a contrarreloj.

[...

Respira. Duerme. Respira. Y cae al mundo real.
-Kevin, ¡ha despertado Kevin!-Grita una enfermera mientras se apresura a ver al muchacho.
-¿Dónde estoy? ¿por qué hay tantas luces? ¿quién es usted?- inquirió confuso.
-Kevin te has desvanecido cerca del puerto y un pescador ha avisado a urgencias en cuanto os vio.
-¿Nos? Pero si yo estaba solo en el puerto... Oh no espera. Sara, ¿cómo está? ¿la han traído a ella también?. Quiero verla. Déjame verla... Por favor- Se llenó de lágrimas.
-No es recomendable que la veas... Necesitas descansar.-Contestó la enfermera dándose la vuelta.
-Pero... Por favor, ella es muy importante para mí ¿sabe?

Sus palabras se estrellaron contra la puerta de la habitación. La mujer no tenía tiempo que perder en entender por qué esa niña era importante para su paciente. No había tiempo. Pero ahora más que minutos, necesitaban un milagro.

[...

Luz. Recuerdos. Fotos, muchas fotos. Más luz y cientos de episodios de una vida. Personas que partieron ya a una tierra de paz, dejando a su quehacer a sus jóvenes lebreles. Sin embargo, en momentos de extremo dolor de sus seres queridos que aún habitan en el planeta azul se reaparecen en sueños proyectando nuevas vías de escape ante su desdichas.
-Sara, cariño...
-Abuelo... ¡Cuánto te echado de menos!- La muchacha corre hacia el feliz, por un sendero empedrado rodeado de árboles y ríos.
-Dame un abrazo Sara- Susurro el anciano- No puedo estar mucho tiempo contigo- Lamentó.
-Pepín ¿por qué no?. Todo es perfecto, tenía muchas ganas de verte y de saber que estás bien.
-Sonrió- Porque tienes a tu gente esperándote. Están pendientes de tus pulsaciones, de tus gestos... Se han unido todos, arreglaron los rif y rafes del pasado... Ahora sólo les importa que tú vuelvas en ti.-Rió- A mí me tienes siempre: en tus sueños, tus historias, los libros que me escribiste cuando estaba en el hospital y en cada paso que das cada día... Siempre estaré acompañándote. 
-Abuelo...- Se estremeció entre lágrimas- Gracias... Te quiero.
-Recuerda. Siempre estaré cuidándote.-Sonrió mientras su imagen se desvanecía en un haz de luz.

[...

Se ha ido. Nada de batas blancas ni órdenes. De vías para el suero ni máquinas que piten desquiciadas.
-Desquiciado estoy yo, sin saber donde ir. Donde está Sara. A qué puerta picaré y con cuantos médicos tendré que quitar del medio para verla.-Pensó y echó a andar. Mirando a cada lado. Cada número, cada familiar y cada uno de los gritos de alerta del personal sanitario.

Un número, una corazonada: 812. No se oían llantos, ni gritos. Sólo murmullos de un montón de personas que estaban al otro lado de la puerta. ¿Expectantes, felices,esperanzados?
-Sara...-Abrió la puerta.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Perdiendo la fe

Era tarde. Como cada día, mes o año siempre se hacía tarde. La brisa marina ambientaba la noche. Las olas rompían junto a los atolondrados pensamientos de una chiquilla que se sentaba al borde de un pedrero. Su mirada apuntaba al horizonte donde se perdía ella, el mar y sus recuerdos. El viento atizaba cada vez más frío en ráfagas que la envolvían y acunaban en esa peculiar noche veraniega.

[...

El tren llegó exhalando el último suspiro del día. Él se bajó, miró a cada lado de la estación sin encontrar un motivo para sonreír. Nada. Todo.
-¿Dónde estará esta rapacina?-murmuró.

Asturias. Con su paisajes y su gracia. Su gente, sus escondrijos y sendas. Su amor a lo bueno y los momentos que te roban el corazón. Lugares que se quedan con nuestras almas con el toque de sus manos. Así, como si nada. Tierra de lluvias y mal tiempo. De trabajadores, sidras y sentimiento histórico. Asturias, tierra de tierras, de amores, de atardeceres y acantilados. El hogar en el que habita la mitología y la magia cualquier día del año. Asturias...

El muchacho echó a correr sin rumbo, en busca del final del asfalto, de la gente, sus bromas y chistes inundados en vino. Un sentimiento tenía encadenado su corazón, mientras que, los pensamientos lo atosigaban envenenando su cabeza.
-Llegaré tarde y no me lo perdonaré nunca- Pensó.

Así sus pies volaron acompañando al viento, como un halcón peregrino. Nadie respondía a las llamadas, ni a sus gritos...
Cayó de rodillas en la negrura de un callejón sin salida, exhausto y ahogado entre sangrantes lágrimas.

[...

Blanco era su vestido y su melena rubia jugueteaba con los murciélagos que salieron de caza sedientos de nuevas víctimas.
-Ya nada tiene sentido. Ni el tiempo ni la espera... El infierno poco tardará en encerrar este mundo en llamas.

Quería librarse de ese tormento aunque tuviera que perecer junto a sus pensamientos. La soledad no ayudaba para dar luz a la maraña  de dudas que anidaron como un nido de serpientes en su mente.

Se despojó de su vestido, de sus cosas... Desparramó las fotos de su cartera como cientos de agujas sobre aquellas rocas. Fotografías de carnet serias, sonrientes, cargadas de recuerdos y de tristeza. Esas personas ya no estaban junto a ella. Lo había perdido todo. O eso creía...

[...

Una playa. Multitud de castillos de arena, pozos, hinchables y balones. Niños y mayores. Risas.

-No pido mucho. Si alguien intenta conquistarme tiene que llevarme allí de noche- señaló a un pedrero a lo lejos de la orilla- Significa mucho para mí.

El recuerdo se esfumó tan rápido de la mente del muchacho que en un abrir y cerrar de ojos estaba allí, en el pedrero, envuelto en la oscuridad de la noche cuando de repente vio un vestido blanco volar...

-¡¡Sara!! No lo hagas. No lo has perdido todo. ¡¡No lo hagas!! - Gritó con las pocas fuerzas que le quedaban, desfallecido y con el corazón roto en mil pedazos al ver a la joven saltar al vacío entre los grandes bloques de piedra.

Se paró el mundo, las olas, los murciélagos y su respiración. Sus piernas no respondían y las lágrimas se debatían en duelo por caer a la tierra.

-Sara...-Suspiró cayendo a un sueño oscuro y profundo, no la noche.